Veo una pelusa y no la puedo quitar.
Con mis dedos froto sin éxito.
Me inclino, trato de ver a través de ese orificio, cerradura de mi cuerpo. Sólo veo ese punto negro, ese lunar en mi personalidad. Esa célula que parece inofensiva. Como contorsionista del circo principal me inclino más aún, logrando crear un puente con mi nariz.
Salgo de que embase frívolo, disfraz. del alma con el cual todos transitamos por la peatonal de la vida. Cruzo con mis pies en mi nariz y ya cercana a la puerta circular renegrida de mi cuerpo, siento una fuerte succión, como si mi ombligo hiciera globos de chicle para adentro y me lleva profundo en mi. Es un viaje oscuro y feroz, de repente me encuentro parada ante mi misma.
Veo mi otra imagen. Estoy sentada,las rodillas presionan mi pecho, mi cabeza abajo como un indicio de perdón, de vergüenza, de arrepentimiento. Detrás de mi puedo verlos, desde ese rincón oscuro a mis espaldas gritan los fantasmas de todos los tiempos. Sobresalen y se acercan como queriendo atrapar mi esencia.
Tantos personajes saliendo de ese cuadro del terror en busca de libertad, y te veo, el fantasma al que más temí…aquel que va de cama en cama buscando aquello que no puede encontrar dentro de si, robándome el aliento y llevándotelo sin devolverlo. Es que aun parece no has encontrado satisfacción, no me mires…cierro los ojos, mis parpados se empujan mutuamente uno al otro, haciendo todo por no permitirte entrar nuevamente a mi retina.Y en mi cabeza un único deseo…que en el instante en que despierte… desaparezcas para siempre.
(…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario